La importancia de la evaluación psicológica en la infancia
La evaluación psicólogica es el punto de inicio de cualquier proceso terapéutico que se precie. Desde el momento en que recogemos el motivo de consulta, datos sociodemográficos y antecedentes de la cuestión que trae a la persona a nuestra consulta, estamos evaluando.
Esto nos permite, fundamentalmente, no intervenir a ciegas. Es cierto que en ocasiones hace falta una intervención más rápida para estabilizar y posteriormente trabajar, pero si lo que pretendemos es, más allá de estabilizar, producir cambios de afrontamiento o lo que comúnmente llamamos dotar de herramientas, vamos a tener que valorar la idiosincrasia de esa persona mucho para dotar de sentido a esa demanda de ayuda. Hacernos conscientes de nuestros puntos fuertes, de nuestras habilidades de protección y de cómo esto afecta a la manera en la que afrontamos situaciones difíciles resulta de gran ayuda para el terapeuta y especialmente para la persona en cuestión.
¿Qué ocurre cuando el paciente identificado- la persona por la que se consulta- es un niño?
Principalmente que esa niña o niño va a verse afectado por los recursos del adulto para acompañarle. Y, además, que el entorno en el que vive no es elegido, sino normativo: socializar con las personas que le tocan, en el momento en que le tocan y aprender los conceptos que le tocan en el momento en que le tocan. Y todo ello sumado a los períodos sensibles de desarrollo que permiten que esos aprendizajes se lleven a cabo adecuadamente.
No es objetivo de esta reflexión cuestionar el sistema educativo, pero sí plantear la pregunta de ¿qué ocurre cuando la idiosincrasia de esa niña o niño le dificulta la adaptación a ese entorno?.
Pues en primer lugar, como podéis deducir fácilmente, que tendremos que conocer esa idiosincrasia; esto es evaluar tanto la situación como los recursos con los que cuenta para afrontar dicha situación. Aquí, el neurodesarrollo juega un papel fundamental. Para hacer frente a un momento evolutivo concreto que, además trae como exigencia la consecución de unos logros concretos (socialización y, muy especialmente competencias académicas), tenemos que asegurarnos de que el menor se encuentra con unas características que no le dificultan en absoluto alcanzar dichos hitos de una manera normativa. Y subrayo la palabra normativa porque el enfoque para conseguirlo suele ser igualitario y no equitativo.
Por ello es importante rescatar los conceptos de neurodiversidad y neurodivergencia.
La neurodiversidad, en resumidas cuentas, hace referencia a la variabilidad entre las personas. No todos funcionamos exactamente igual, ni tenemos las mismas potencialidades y dificultades.
La neurodivergencia nos habla de esa desviación de lo normativo. Dentro de la neurodivergencia encontramos aspectos como el perfil intelectual, cuestiones atencionales, sensoriales…
En el caso de las niñas y niños, evaluar la neurodivergencia permite elaborar un perfil que nos de información sobre las potencialidades en las que apoyarnos para ayudarle a solventar sus dificultades. Nos permite también adaptarnos a sus necesidades sociales, intelectuales, sensorio-motrices, etc. En un sentido quizá más poético, apoyar y ayudar comprendiendo, aceptando y abrazando quién es.